Megaproyectos como la minería, las presas o las heólicas, impulsadas bajo el discurso del “progreso”, no sólo conllevan una reapropiación del agua, la tierra y los recursos naturales de diversas comunidades, sino también suelen generar un rompimiento del tejido social, ya sea por el desplazamiento causado por estas obras o por el cambio de la dinámica en diversas comunidades que comienzan a organizarse por la defensa de su territorio.