La oficina en México de la Rosa Luxemburg Stiftung saluda este 1ro de Mayo, Día Internacional de las y los Trabajadores, a quienes luchan desde su trinchera por una vida digna en medio de una crisis sanitaria que revela las profundas desigualdades de nuestro mundo.
Frente a las condiciones para conmemorar la fecha este 2020, es imperante hacer un doble llamado:
• a los Estados, para que aseguren los derechos laborales de las y los trabajadores, con especial importancia hacia las mujeres, en la mayoría de los contextos encargadas de las labores de cuidado para la reproducción de la vida;
• y a las y los trabajadores para que la situación global no disminuya la visiblización de sus demandas ni la lucha por los derechos laborales históricamente conquistados y los que hoy siguen en disputa.
Preocupa en especial el sector del trabajo informal, más 60% de la población económicamente activa del mundo, según cifras de la OIT, que enfrenta el desafío de la sobrevivencia cotidiana, al tiempo que reconocemos la labor fundamental del campesinado, sector clave para garantizar el abasto de la población y cuyo papel debería retribuirse con condiciones dignas de trabajo.
Hacemos un reconocimiento profundo a las personas trabajadoras de la salud que desde la primera trinchera intentan contener el virus, aún en las condiciones más precarias generadas por un sistema capitalista neoliberal.
Llamamos a una estricta vigilancia de las condiciones de trabajo de las y los obreros de las maquilas, que se enfrentan a la voracidad capitalista que prefiere ponerles en riesgo a dejar de ganar en estas condiciones.
En este contexto sanitario y de contracción económica ha aumentado el abuso, la explotación y la discriminación hacia las y los trabajadoras migrantes. La xenofobia ha incrementado, patrones y rentistas han optado por despidos y desalojos injustificados. Ante la discriminación que están padeciendo al volver a sus comunidades es necesario recordar el papel que han jugado en la dinamización de las economías locales y nacionales.
Reconocemos también la labor de profesores y maestras que han resistido en las últimas décadas a un modelo de modernización excluyente y a reformas neoliberales que han disminuido drásticamente los presupuestos de la educación pública que hoy demuestra un frágil andamiaje.
Por todo esto, consideramos imperante fortalecer los sistemas públicos ante una situación mundial que demuestra la vulnerabilidad de dejar en manos del libre mercado la dotación de servicios básicos a la población, como salud, alimentación, vivienda y educación. Evidencia que el capitalismo necesita de la explotación de las y los trabajadores y de los bienes naturales para seguir operando.
En la actual coyuntura, que amenaza al mundo con una crisis económica brutal, queda claro que no está garantizada la subsistencia del principal motor, la la fuerza laboral, por lo que hacemos un llamado a la clase trabajadora a mantener en pie sus luchas, y a los Estados a jugar su papel rector y redistribuidor de la riqueza para garantizar que los sectores vulnerables tengan una salida digna de esta crisis.
En medio de éstas, las experiencias de otras formas de organización laboral, como el cooperativismo, así como las economías solidarias surgidas en diferentes localidades, permiten imaginar un futuro que puede crearse desde lo comunitario y la apuesta por la vida.