El próximo domingo 22 de septiembre terminarán los infinitos meses de la campaña electoral y se elegirá a un nuevo parlamento federal alemán, el próximo “Bundestag”. Este día el pueblo alemán emitirá dos votos: con el primer voto tendrá la posibilidad de elegir a un o una representante con vinculación al distrito electoral del votante, mientras que el segundo voto sirve para elegir directamente a los partidos que constituirán el parlamento general en Berlín. Los partidos más grandes del parlamento, el Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) y la Unión Demócrata Cristiana (CDU), tienen la pretensión de colocar a el o la próxim@ canciller del país y apoyan a sus candidat@s punter@s respectiv@s, Peer Steinbrueck (SPD) y Angela Merkel (CDU). Este artículo intenta dar una impresión básica del panorama político alemán unos días antes de las elecciones y propone un análisis de las opciones probables que nos esperan el domingo que viene de la perspectiva vinculada al partido de la izquierda, DIE LINKE.
Una introducción básica al panorama político actual de un país europeo tiene que empezar también con los temas que han imperado fuertemente en el discurso político de los últimos años en esta región: la crisis financiera que surgió en los Estados Unidos en 2008, la debilidad del Euro, que tiene que ver con la construcción jerárquica en referencia a las relaciones de producción en la Unión Europea (UE), y la perdurabilidad de la Zona Euro. Al igual que en los otros países del continente, temas como el aumento del empobrecimiento de la clase trabajadora, la desocupación juvenil en los países mediterráneos o el crecimiento de las diferencias sociales entre países como Grecia y Alemania, han dominado el discurso político en Alemania.
Lo que se puede analizar a partir de esta crisis del Euro es el surgimiento de un enorme y extensivo debate sobre el papel que tiene la moneda unitaria para los países de la UE al igual que sobre las ventajas y desventajas que implica la membresía en esta entidad. Sin embargo, este debate es dominado por posiciones y políticas de la derecha: desde la política del partido de Merkel que, con apoyo de instituciones transnacionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI) o el Banco Mundial, inició e impulsó los programas de austeridad que tienen como resultado el deterioro de la situación social en los países del sur; vía el populismo nacional del periódico más grande del país, Bild, que polemizó en contra de los países mediterráneos que fueron apoyados económicamente por Alemania; con la inauguración de partidos populistas como Alternativa por Alemania (AfD), aumentó de una manera alarmante la xenofobia en el país.
Este panorama político dificulta el trabajo del partido DIE LINKE (la izquierda), que se posiciona en el parlamento en contra de las políticas de austeridad del gobierno y por alternativas y políticas solidarias, mientras que una mayoría del pueblo de Alemania respalda las políticas oficiales. Pero al mismo tiempo, DIE LINKE es el único partido que se posiciona públicamente en contra de la xenofobia y en favor de la resistencia social y política sin diferenciar nacionalidades. A pesar de eso, sigue siendo evidente la dificultad de DIE LINKE para conectar a diferentes actores con propuestas progresistas y crear alianzas entre movimientos sociales y el parlamento, pues todavía no existe una oposición pública relevante que se posicione en contra de los procesos de cambio estructural que se pueden observar en en muchos lugares de Europa. Además de movimientos sociales como Blockupy, que intentaron dos veces bloquear la central del Banco Central Europeo en Fráncfort del Meno, o umFAIRteilen (redistribución justa), que cuestionan el discurso dominante sobre la relación entre riqueza y pobreza, actualmente no existen instituciones fuertes con quienes poder crear un espacio público alternativo, pues hasta los poderosos sindicatos alemanes se abstienen de cualquier tipo de activismo al respecto.
Podemos nombrar dos argumentos que podrían dar una explicación a esa letargia política: primero, debemos decir que las consecuencias de la austeridad todavía no se pueden ver claramente en Alemania en comparación con otros países de Europa. Aunque también se pueden observar recortes en el sistema social, despidos en casi cada sector del mercado laboral e intenciones de disminuir los convenios colectivos, todavía no tenemos el mismo perjuicio económico y social de la clase trabajadora en Europa, ni tampoco el mismo horizonte de un “no futuro para las próximas generaciones” que se ha extendido por ejemplo en España a partir de las cifras de la desocupación juvenil. Por un lado esta situación dificulta el proceso de acercar a los distintos actores afectados en contra de un sistema o un partido, y por otro, facilita la creación de alternativas que se posicionan a favor de algo, que puedan aportar a lo que queremos para Alemania o Europa. Partiendo de eso una de las tareas más importantes del partido DIE LINKE para los próximos años será convocar a los actores al rededor de alternativas al sistema político en que nos encontramos en este momento. Para lograr este objetivo, será también necesario mantener y afianzar los contactos con las fuerzas políticas fuera del parlamento. Aunque DIE LINKE probablemente no repetirá el exitoso resultado en las elecciones del 2009 con 11.9% del voto popular, parece más cercana la posibilidad de lograr un 10%.
Otra reflexión que podría explicar el letargo del “sistema Merkel”, son las políticas que estructuraron el país en los últimos ocho años. Lo que hemos aprendido de este sistema es que es posible encontrarse en la posición política más importante del país, sin tomar posiciones políticas claras. Durante el “sistema Merkel” es la despolitización de la política fue perfeccionada, así como la supuesta objetivación de preguntas y problemas estructurales que deberían polarizar las discusiones públicas para facilitar un debate que abra los espacios necesarios para examinar alternativas viables. Este cambio hacia una política sin anticuerpos se puede verse también con el CDU: anteriormente era un partido que se posicionaba claramente como conservador, y hoy se presenta como un partido modernizado, incluyente, casi social-demócrata. La fuerza del CDU en los últimos años debe ser analizada paralelamente al distanciamiento de Merkel de las discusiones política cotidianas. Basado en este breve análisis se puede decir que en este momento es muy probable que el CDU ganará otra vez la mayoría de los votos durante las próximas elecciones, probablemente también con un mejor resultado que el 33.8% logrado en 2009.
Esta estrategia política de Merkel también ha contribuido a la estructura de campaña electoral que vimos en las últimos semanas: aunque vivimos momentos de gran polarización en las que se toman decisiones que afectarán a todas las personas que viven en Europa así como a las futuras generaciones, la campaña electoral en Alemania ha sido la menos agitada y polarizada desde hace mucho tiempo y, sobre todo, no hubo casi ninguna referencia a los procesos descritos al principio de este artículo. Casi todos los programas de los partidos se enfocaron en preguntas vinculadas solamente al Estado nación y casi no se escucharon respuestas a nivel regional. Este proceso se puede explicar también con el desarrollo del rol del SPD, que se encuentra en la oposición desde 2009: durante el tiempo de la “gran coalición” entre el CDU y el SPD del año 2005 al 2009, el hoy candidato puntero del SPD, Peer Steinbrueck, fungió como ministro de finanzas. En esos cuatro años y especialmente después del inicio de la crisis financiera en 2008, Steinbrueck tomó decisiones que hoy componen las bases de la política del gobierno actual. Por eso, durante su campaña electoral, no pudo posicionarse completamente en contra de la política de Merkel, dada la responsabilidad de él en los resultados. Podemos decir que las políticas implementadas durante el gobierno de la gran coalición en conjunto con las contrareformas neo-liberales del anterior gobierno social-demócrata-verde (1998-2005) de Gerhard Schroeder (SPD), dañaron al partido causando la debilidad actual. Sin embargo, todavía existe la posibilidad de repetir esta gran coalición y que el partido entre en el gobierno junto con la CDU.
Sin embargo, no sólo debemos poner atención a estos aspectos, pues es necesario observar que mucha gente está buscando alternativas al sistema político actual y a los partidos clásicos. El auge del partido BUENDIS ’90/DIE GRUENEN (Los Verdes) en los últimos años que según varias encuestas podrían lograr hasta un 25% de los votos, se puede explicar a partir del surgimiento de una “nueva” clase media alta, proveniente de los movimientos sociales en los años setenta y ochenta, la cual se ha establecido en años pasados en varios lugares y a distintos niveles del Estado. Aunque el partido tiene un enfoque central en la política ambiental y promueve el cambio económico hacia un “Green New Deal”, hoy se presenta más como un partido popular con políticas para “toda la gente”. Una consecuencia de este cambio es el distanciamiento frente a los aspectos de la democracia de base, que formaba parte esencial del programa del partido durante su tiempo de génesis. Según las últimas encuestas el partido no obtendrá más del 10% de los votos, significando un retroceso de lo pronosticado hace un año, compitiendo con DIE LINKE por la tercera fuerza política en Alemania.
Un parte de los votos que perdieron los Verdes se pueden encontrar hoy a favor del partido DIE PIRATEN (Los Piratas). Este partido, que se concentra en temas vinculados a la democratización de los nuevos medios de comunicación y a la transparencia en la toma de decisiones, lo que causó gran alboroto en el panorama político alemán porque, al principio, tenían la capacidad de presentarse como una alternativa al sistema político y de movilizar a gente desilusionada de los partidos clásicos. El partido atrajo muchos votos de “protesta” en las elecciones locales y, por ejemplo en Berlín, tuvieron la posibilidad entrar en parlamentos a nivel del “Land” (estado federal). Sin embargo, no han profundizado en soluciones a problemas estructurales fuera del enfoque principal del partido, además de que tuvieron que lidiar con problemas internos, provocando la pérdida de muchos votantes y abstencionistas que los veían como una opción real en las urnas. Carecen de planteamiento políticos trascendentes, a pesar de que lograron introducir discusiones importantes y formular preguntas indispensables. Partiendo de las encuestas, probablemente no ingresarán en el parlamento con un 2% de los votos pronosticado.
El partido que probablemente perderá una gran parte de los votos obtenidos en el 2009 es el Partido Democrático Liberal (FDP) que, en la última elección, obtuvo un incremento de los votos con el 14.6%. Las razones que podrían explicar una previsible disminución de los votos a su favor, devienen del análisis de sus políticas en los últimos cuatro años del partido en el gobierno: durante este tiempo se enfocó en una “Klientelpolitik”, es decir, una política casi exclusivamente dirigida a los votantes del partido. El partido y su política representa a la población más rica del país, lo que podemos apreciar por ejemplo, con la promulgación de una ley de privilegios fiscales para hoteleros, un grupo importante del electorado potencial. No obstante, la mayoría del 14.6% que votó por la FDP en 2009 no es parte del electorado duro, ocasionando un gran descontento con la política del partido. Hoy el FDP lucha por un 5%, condición mínima para ingresar en el parlamento, valiéndose también de votantes de la CDU. Si lo logran, es probable que se mantengan en el gobierno, aunque esto no es una garantía.
Además de los partidos ya establecidos ahora existe una nueva construcción que llamada Alternativa para Alemania (AfD). El AfD es un partido de la derecha populista que se enfoca, sobre todo, en la crisis del Euro y en los temas descritos en el inicio de este texto. Sobre todo, tiene una demanda política central que es “salir del Euro” y reintroducir la moneda alemana anterior, el Deutschmark (Marco). Esta propuesta fue planteada por una parte de la clase alta que se posiciona en contra de la “ayuda financiera” a los países mediterráneos de Europa. Este partido tiene el desafío de enfrentarse con personas de la ultra-derecha que quieren usar la infraestructura del partido para difundir pensamientos racistas y fascistas. No es muy probable que entren en el parlamento por lo menos en estas elecciones, pero no sabemos si será así en otras elecciones en el futuro. Aunque por mucho tiempo en Alemania no existía un partido más a la derecha de la CDU/CSU que logró encabezar el parlamento estatal, ahora existe una estructura que podría ocupar ese lugar en el largo plazo.
Con estos elementos podemos analizar que lo que vemos a unos días de las elecciones, es una “normalización” de la distribución de los votos. Aparte de la disminución de los votos de la FDP las encuestas indican que los resultados en este año será similar a los resultados de las elecciones en 2009, es decir, habrá dos probables opciones: la primera será el mantenimiento del gobierno de la coalición actual entre el CDU y el FDP. Obviamente, la presencia del FDP en el parlamento sería condición indispensable para esta opción. El segundo escenario, en caso de que el FDP no logre mantenerse en el parlamento, será la repetición de la gran coalición entre el CDU y el SPD, lo que significaría que todos los partidos pequeños se encontrarían otra vez en la oposición. Otras opciones menos probables incluirían una coalición entre todos los partidos de la oposición (SPD, Verdes, LINKE). Sin embargo, el SPD y los Verdes ya han declarado no estar dispuestos para formar una coalición con la Izquierda. También sería probable una coalición entre el CDU y los Verdes, aunque estos últimos niegan esta opción, ya existe una alianza entre estos partidos a nivel federal. Así como este caso, es probable que en los próximos años veamos un cambio fundamental en las opciones de coalición, lo que evidencia que el sistema político alemán todavía se encuentra en un tiempo de grandes cambios. Partiendo de este análisis se puede decir que con una probabilidad muy alta la próxima canciller de Alemania tendrá el mismo nombre como la actual: Angela Merkel.
Autor: Jonas Pentzien
Foto: Dennis Skley, Flickr (CC-by-nd)
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